lunes, 19 de marzo de 2007

El Lábaro ganó al tercero y tiene pie y medio en los play-off de ascenso

Es difícil describir lo que ocurrió el sábado en el pabellón de Santa María de Benquerencia de Toledo. El balonmano no es un deporte de masas en nuestro país, aunque por suerte hay ciudades en las que el fútbol no lo es todo y eso enriquece a su sociedad en conjunto.
Momentos antes de comenzar el choque se respiraba deporte por toda la ciudad. El enfrentamiento entre el Lábaro Toledo Balonmano y el Lalín Portadeza iba a vislumbrar cual de los dos equipos acompañaría al Novas, líder sólido de la clasificación, en la fase de ascenso al División de Honor B, la segunda división de la liga de balonmano.
El ambiente era inmejorable. Nada menos que 1.300 aficionados, más del aforo del pabellón, se apiñaban para animar y llevar en volandas a su equipos. Entre todos estos hinchas y la charanga que cada dos semanas anima los partidos, también se encontraban dos candidatos a la Alcaldía del Ayuntamiento de Toledo, el socialista Emiliano García-Page y el número uno de las listas de IU Aurelio San Emeterio. Ya saben, estamos en época pre-electoral y cuantas más fotos se salga mejor.
A pesar del gran ambiente, en los primeros compases del encuentro el Lábaro no se encontró cómodo en la pista. Tal vez demasiado obcecado en el juego por el centro, los de Javier Márquez no conseguían abrir la defensa lalinesa, que en esos momentos dejó claro el porqué no habían perdido ni un sólo partido en toda la segunda vuelta.
Nerviosismo
El patrón de juego era siempre el mismo. El Lábaro atacaba sobre la portería gallega y se chocaba constantemente contra el muro defensivo, circunstancia que era aprovechada por su rival para montar mortíferos contragolpes y perforar la meta de Fermín, guardameta titular de los naranjas.
Ante este mal comienzo, Lalín llegó a tener una renta máxima de cinco goles a mediados de la primera parte, por lo que Márquez tuvo que tomar decisiones. La primera fue en la portería. Estaba claro que no era el día de Fermín y fue sustituido por Mario Aguado, el a la postre héroe del partido. Además, cambió los planteamientos en defensa y ataque, donde dos jugadores que no habían salido de titulares como eran Rubén y Ángel Pérez tomaron la responsabilidad. Esa fue la tecla que tocó el técnico manzanareño y funcionó. El escurridizo internacional junior desatascó la maquinaria toledana en ataque en dos acciones consecutivas que terminaron con el balón en el fondo de las mallas gallegas, mientras que la contundencia de Rubén afianzó una defensa que se había mostrado muy titubeante durante los primeros compases de partido. Así pues, el Lábaro recortó distancias y se fue al descanso con una desventaja mínima de 14-15.
En la segunda mitad el partido continuó muy disputado, pero a pesar de la igualdad se vio al equipo capitalino con otro aire, mucho más suelto y creyendo en la victoria. Así pues, en el minuto cuatro de la segunda parte los locales consiguieron ponerse por delante en el marcador por primera vez en todo el partido, 17-16. Y es que los minutos pasaban y la diferencia no era mayor de un gol a favor de uno u otro equipo. Más allá de acciones puntuales como la expulsión de Gonzalo Ballesteros (en la fotografía), ambos equipos se ocuparon de nadar y guardar la ropa, por lo que a esas alturas de encuentro ambos guardametas se erigían como los grandes protagonistas. Tanto Mario Aguado como Carlos Durán entraron en una dinámica de paradas que dotaba de más emoción, si es que faltaba, al encuentro.
Desenlace
De esta manera, con ambos equipos con las espadas en todo lo alto, el partido llegó a sus últimos cinco minutos con el marcador 25-24 a favor del Lábaro. Los locales eran conscientes de que tenían que dominar la situación y de que dependían de ellos mismos, pero el rival estaba dispuesto a vender su piel muy cara.
En el minuto 26 parecía que la victoria naranja se empezaba a vislumbrar. Roberto Grauja fue expulsado y el Lalín jugó varios segundos con cuatro jugadores de campo, ya que Gulías había sido excluido momentos antes. Pero los gallegos demostraron su gran nivel defensivo y no sólo aguantaron el embite de su rival, sino que desde los siete metros Diego fue capaz de colocar las tablas en el marcador. Faltaban menos de tres minutos para el final y las cosas estaban igual que cuando empezaron, con empate en el electrónico.
Mientras tanto, los porteros seguían a lo suyo. Tiro que se realizase sobre cualquiera de las dos porterías era blocado por los cancerberos. Tal acierto de los porteros hacía vislumbrar un final de partido de auténtico infarto, hasta que el canario Ayose consiguió batir a Durán en una jugada inverosímil, introduciendo en balón en la portería tras batir al meta por debajo de las piernas, increíble pero cierto. Faltaba poco más de un minuto y el Lábaro había conseguido una ventaja mínima, un auténtico tesoro tan y como transcurría el partido. Así pues, en la siguiente jugada Mario, como no, logró desviar el tiro de Carlos Aller y daba a su equipo una jugada con ventaja en el marcador. Faltaba un minuto y los locales tenían ventaja en el marcador y posesión.
En una tesitura tan favorable, los toledanos intentaron alargar la posesión lo más posibles, aún a riesgo de que se les pitase un pasivo. Pero tal extremo no llegó, ya que en una jugada magistral Ángel Pérez consiguió enviar un pase picado a Julián Rasero quien tras una gran movimiento se colocó absolutamente sólo ante la portería gallega. Habría sido la puntilla. El materializar aquella oportunidad hubiese significado una victoria prácticamente seguro, pero en ese momento al pívot toledano se le debió de hacer la portería muy pequeña y Durán muy grande, ya que estrelló la pelota en el cuerpo del portero y desperdició esta gran oportunidad.
El fallo de Rasero hizo enmudecer al pabellón de Santa María de Benquerencia en su conjunto, aunque por unos segundos solamente. Cuando más lo necesitaba en pabellón las 1.300 gargantas empezaron a rugir y se convirtieron en el jugador de naranja más.
Sin embargo, estaba claro que esa tarde no iba a ser la de la tranquilidad. Tras un tiempo muerto solicitado por Javier Márquez, el partido se reanudó. Faltaban veinticuatro segundos y el Lalín tenía una posesión para empatar el partido. Los segundos se convirtieron en horas para los hinchas mientras los rojinegros movían el balón de una lado a otro de la pista, hasta que un pase interior al pivote fue defendido por Adrián Álamo pisando la línea, lo que significaba tiro desde los siete metros y expulsión del nueve naranja. El Lalín tenía en bandeja de plata el empate. Diego, el encargado de ejecutar, tenía en su mano el despedirse de los play-off de ascenso o el dar caza a su rival en la clasificación.
Y es en esos momentos donde emergen las grandes figuras. El veterano jugador de Lalín, que gozaba de un 100% de efectividad en el partido desde los siete metros, se acomodó sobre la línea con la convicción de acallar a un pabellón que rugía con todas sus ganas. Pero por suerte para el Toledo no lo consiguió. Mario sacó su brazo derecho y el balón salió rebotado a las manos de Razola. El objetivo estaba conseguido, quedaban muy pocos segundos, los suficientes como para que Jesús Herrero colocara el definitivo 27-25, para que el sueño se tornase en realidad. El Lábaro Toledo se sumaba de manera virtual al Mecalia Atlético Novas a la fase de ascenso a División de Honor B que se empezará a jugar a finales de abril.
Cuatro puntos de renta sobre el tercer clasificado cuando quedan por disputar seis y uno de esos encuentro es contra el Balonmano Leganés, descendido desde hace varias jornadas.
Fiesta sobre la pista, fiesta en las gradas y gran partido el vivido en el Pabellón de Santa María de Benquerencia. Partido con un gran juego colectivo del Lábaro Toledo Balonmano pero con el rostro de un héroe: Mario Aguado.

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